El padre de esta sorprendente raza, en su aspecto actual, fue James Hinks, criador de Birmingham, quien hacia 1860 la mejoró, pues en aquella época era muy pesada, haciéndola más ágil para los crueles combates entre perros que estaban muy de moda en esos tiempos. Originariamente, el Bull terrier provenía de antiguos cruzamientos entre el Bulldog y el Fox terrier, y sólo posteriormente, según parece por obra de M. Hinks, se le incorpora sangre del Dálmata y de otros terrier ingleses blancos. Abolidos los combates, el Bull terrier se afirmó en los países anglosajones como perro de guardería, difundiéndose rápidamente en todas las colonias.